Ausencia compañera 37
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Se apaga una vela mas no baja de la luz la intensidad, ni su calor disminuye, se cierne negra y oscura noche como un gran velo, mas viene esperanzado el sol de un nuevo día, eso fuiste para muchos, luz y camino, arte y bandera, arriba siempre.
La bella luna alumbra con su luz tenue de plata la fría y silenciosa noche de recuerdos miles, es que en la noche se oye más fuerte la fría brisa, trayendo de pasajeros a los recuerdos y se convierten estos en un ingrediente más, una nueva compañía.
Esa que trae el aroma que exhala tu amistad, en este tiempo se hace necesario un inventario de las fuerzas y las armas, el tiempo tiene la facultad irremediable de gastarlas y amellarlas, se hace un alto en este recontar y se recuerdan viejos tiempos cuando la juventud rebelde brindaba fortaleza y vigor y el no puedo no era el vencedor, si no el vencido.
Tiempo cuando soñar juntos era el único objetivo, el más preciado, el norte de deseos profundos con celo bien guardados.
Maestro Grande, Maestro Hermoso que sin hablar, hablaba y enseñaba sin reserva ni medida, elegante traje de humildad siempre vestiste, en eso siempre se lucia tu ensanchado corazón.
Amigo inseparable y cómplice de sueños, de esos que en cada encuentro traían como equipaje muchos más, grandes o pequeños, livianos o pesados, a quien importa mesurar al mencionar, te recuerdo porque tu ausencia, me habla a gritos de lo esencial de tu presencia
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